En México, donde se pueden encontrar
más organismos en condiciones silvestres es en las Áreas Naturales Protegidas,
las cuales sin duda constituyen una buena estrategia de conservación. Sin
embargo, necesitamos programas integrales para generar el desarrollo de las
comunidades locales, con vistas a disminuir la presión ejercida sobre los
terrenos conservados.
Hasta el 2000 había 89 áreas decretadas
que cubría poco más de 5% del territorio nacional entre las que destacan las
Reservas de la Biosfera, los Parques nacionales, las Áreas de Protección de
Flora y Fauna Silvestre y Acuáticas, así como los Monumentos Naturales.
Suman cerca de 10 millones las
hectáreas conservadas. Su existencia no garantiza la preservación idónea de la
biodiversidad ni el impulso al desarrollo y trabajo con las comunidades
locales, así como la investigación científica. Son sólo componentes de un plan
de conservación nacional a implementarse si queremos conservar nuestra riqueza
natural.
Para conocer el estatus de las especies
respecto a su grado de amenaza se creó la Lista Roja de la UICN, el inventario
más completo del estado de conservación de las especies de animales y plantas
en el nivel mundial, la cual utiliza un conjunto de criterios para evaluar el
riesgo de extinción de miles de especies y subespecies.
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